Sendero al Castillo


El caminante que se sumerja bajo las sombras refrescantes de los eucaliptos del Parque del Salao, rumbo al castillo árabe, descenderá por un sendero habilitado a través del barranco. Paseando desde el dique por la pendiente vereda, sujetada con travesaños reciclados del entorno, llegará a uno de los parajes paradisíacos de Lanjarón, enclavado en el extremo suroeste del Parque Natural de Sierra Nevada, donde encontrará algunas especies protegidas de flora y fauna, como el taray, el sauce negro, la mirla o el turón.

Tras atravesar el artesanal puente de madera sobre el arroyo Salao, podrá otear al fondo los restos de un castillo del siglo XIV, desde cuya torre, en 1.490, –cuentan las crónicas-, antes que rendir la plaza a los cristianos, comandados por el propio rey Fernando el Católico, se arrojó el caudillo del fortín, el Capitán Negro.

A lo largo del trayecto surgen aguas ferruginosas que tiñen de ocre el paisaje. A veces, cuando rebosa la acequia, constituye un placer visual y auditivo contemplar hacia el margen derecho una cascada que cae desde las rocas abruptamente sesgadas por la naturaleza. Si prosigue el sendero accederá al montículo (ya poblado en la Edad del Bronce y, posteriormente, por los romanos) donde se ubica el castillo y visitarlo y mirar hacia la junta de los ríos, el tajo Colorao, el cerro del Caballo, la colina de la Bordaila o esa franja blanca entre dos verdes, el pueblo de Lanjarón.


Texto enviado por J.A Vega y fotografia por Noelia De Miguel Rosillo

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